La segunda jornada partía de Prades, donde nos
aprovisionamos de pan y sustento para una etapa en la que no se preveía pasar
por muchas poblaciones con intendencia.
La divertida bajada de piedra suelta y agua de ayer se
convierte en una dura introducción hoy, superada esta un buen trecho de bajada
para posteriormente ir subiendo progresivamente hasta La Febró.
Se puede observar el típico paisaje de la zona, montañas no
mucho más altas de 1000m con grandes paredones y, para saltar de una a otra, la necesidad de salvar
una torrentera (bajar y subir, subir y bajar).
De la Febró nos plantamos por un bonito bosque y pista a
pocos metros de La Mussara, donde nos
desviamos de la ruta hasta el refugio para echar unas colas y rendirle tributo
a Principe de Beukelaer.
Un rápido tramo de asfalto con pendiente favorable nos
condujo a un nuevo episodio divertido, un estrechito sendero emboscado, primero
en llano para posteriormente enlazar varios tramos de bajada que pusieron a
prueba muñecas y frenos. Este nos dejó en L’Aixàvega y de ahí a Mont-Ral por
pista, en subida.
El calor apretaba, el hambre hacia presencia y el camino
cada vez se empedraba y bajaba más por un barranco para buscar el rio Brugent. En
medio de la bajada parada técnica para solucionar una avería de alforja, vamos
perdiendo tornillos, mientras sean de la alforja y hayan de más…
Salvado el rio y consultando lo que venía decidimos buscar
algún sitio donde comer, no había más, hacia sol, buscamos una sombra. Aunque
de pie el bocata sentó muy bien y con la idea de racionalizar el agua
afrontamos la segunda parte del día.
Realmente comimos a pocos kilómetros de Farena, donde nos
desviamos a reponer agua (ya no había que racionalizar…). Botellas llenas y
asfalto picando hacia abajo…, poco duró, nos desviamos en un camino cementado
de duras pendientes que poco después se convierte en pista. El perfil no
miente, era el último sube-baja del día, hasta la mayor cota, la subida más
larga, con un perfil sostenido y continuo.
Rutomartiiiiiiiiin!!! No sé por qué esta palabra salía en
muchas de nuestras conversas, la ruta era exigente, pero ya estábamos en el
falso llano que precede a toda bajada y de golpe, la bajada. No hay más, si la
subida se ceba contigo, tú te cebas con la bajada, riéndote (sin arriesgar) de cada
metro de esta. Sabíamos que tras la larga bajada estaba Poblet y de ahí a la
Espluga de Francolí (nuestro lugar de reposo) a penas 2km de asfalto.
Lo que no sabíamos es que en el cruce de la pista y la
carretera nos íbamos a encontrar con más de 1 cara conocida que nos acompañarían
en el final de la jornada.
Llegamos a la Espluga y repusimos fuerzas en buena compañía, fueron 66km, 1500m de desnivel positivo y ganas de afrontar los siguientes.
Salud!
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