Comenzábamos nuestra aventurilla en MTB en la Vilella Baixa,
una bonita población del Priorat. La ruta tenía como base una vuelta circular del Club BTT Llagostera colgada en wikiloc, a la que hicimos pequeñas adaptaciones para cuadrar pernoctas e intendencia.
Salimos de la Vilella Baixa por anchas pistas que escondían alguna
que otra fuerte rampa (considerando que nos pillaban un tanto fríos y sin mucho
sustento en el cuerpo) y en poco más de 7 km nos plantamos en Gratallops, donde
desayunamos y encaramos la carretera camino a las cercanías de Falset (de este
modo recortábamos el apéndice inferior de la ruta, digámosle, de base).
Gracias a las tecnologías actuales abandonamos la carretera y
retomamos la ruta en el punto exacto y, de nuevo por pista y con desniveles
salvables pero bruscos, llegamos a Porrera, donde reponemos agua.
Tras pasar Porrera la ruta encara una concentrada subida, por
anchas y pisadas pistas junto a modernos
y alineados campos de viñas, que nos deja en la carretera, que no
abandonaremos hasta el Pantà se Siurana, que bordeamos por su lado sur por la
pista perimetral.
Las horas del día y el hambre me hacen recordar el corto
tramo de sendero no clicable para saltar a la otra vertiente de la montaña,
tras cruzar el rio que alimenta el pantano, y que tras éste el terreno mejoraba
en estado y poco a poco nos iba aproximando de nuevo a la carretera que sube al
pueblo de Ciurana.
El lugar para comer no fue el más idílico, el hambre apretaba,
e hicimos de la curva de la carretera donde nos dejó el camino que remontamos
desde el pantano, el mejor de los comedores para el más que sufrido y resultón
manjar en ruta: el bocadillo!!
Poco distrajimos el diente con él, pero tampoco conviene hincharse
si has de seguir pedaleando, y en subida, subida que remontaría la cresta sobre
la cual se sitúa Siurana.
Ya en Siurana, un poco más tarde del mediodía y con el
trabajo hecho, nos permitimos ver el pueblo con calma y tomarnos unos refrescos
en el camping, sabíamos que a Prades, fin de etapa, quedaban unos 12km por
pista, con una primera subida, falso llano y bajada.
Pese que la lluvia hizo un pequeño acto de presencia, lo
justo para hacernos comprobar cómo se suda con el chubasquero, llegamos a
Prades sin mayor contratiempo, donde nos repusimos para la siguiente jornada de
pedaleo.
Sumamos unos 60km y 2200m de desnivel positivo, conocimos
lugares nuevos e interesantes (al menos para mí) y nos quedamos con la
sensación que pese ir con ellas de mucho
en mucho, seguimos teniendo una relación de respeto mutuo con las burritas.
Salud!
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